▷ ENSEÑANDO con el CORAZÓN 🥇

▷ ENSEÑANDO con el CORAZÓN 🥇

Enseñando con el corazón es un sentimiento de gran interés del profesor por ayudar a niños y jóvenes a aliviar su condición de vida; con el único fin de evitar en ellos situaciones de riesgo por causas de integración social que puede afectar su óptimo desarrollo. 


Esta cualidad del educador nace desde dentro para enseñar con pasión, humanismo, preparación y procurando siempre el bienestar social, cultural y personal de los estudiantes y sus familias; con la intención de incidir en el entorno comunitario en el corto, mediano y largo plazo; y, con ello, contribuir a la mejora de la sociedad.


La población de América Latina ha vivido a lo largo de la historia en medio de dificultades económicas producto de la corrupción generalizada de la clase política y empresarial que acaparan los bienes de la nación y anteponen el beneficio individual o de grupo, por encima del provecho colectivo.


Esta forma de gobierno divide a la población en clases sociales (alta, media y baja); y, territorialmente los separa en zonas urbanas y rurales. Los individuos que habitan en regiones agrícolas, por ejemplo, son considerados pobres; es decir, no alcanzan a cubrir sus necesidades fundamentales de alimentación, vestido, vivienda, educación, salud y servicios básicos. 


En el sector educativo las condiciones no son distintas; los estudiantes que viven en zonas de alta marginación reciben una educación adversa; aunado a la falta de recursos económicos y la ausencia de oportunidades laborales que se padece a diario en estas regiones, hacen del contexto escolar un obstáculo más para el correcto desarrollo académico de niños y jóvenes en estos lugares.


De allí la importancia de la formación de los maestros para reconocer esta suerte de infortunio con la que se presentan los alumnos a la escuela y la situación social en la que se encuentra la localidad; con el fin de conmoverse y confrontar esta realidad con la intervención docente.   


Por su parte, las autoridades educativas y gubernamentales se han preocupado a lo largo de la historia por la pedagogía, la consecución de progresiones de aprendizaje que se derivan de los programas de estudio; además de proporcionar ayudas económicas con fondos públicos o privados para que los alumnos cursen sus estudios y garanticen su permanencia en la educación; sin embargo, existe un componente emocional relacionado con la escasez de afecto que se percibe en estos sectores de la población y que con el paso del tiempo se convierte en resentimiento; originando con ello, actos y conductas violentas que pueden impactar negativamente su progreso individual.


La educación tradicional se ha enfocado en lo cognitivo y para que un individuo tenga una formación integral necesita tener primero amor propio y, posteriormente, empatía con los demás; de lo contrario, no tendrá garantizado el éxito.


Los maestros que enseñan con el corazón son los más recordados por los estudiantes porque hacen de la confianza algo cotidiano; por lo tanto, creen que cada alumno es poseedor de un talento que lo hace especial; al mismo tiempo, inspiran el comportamiento ético con su presencia, defienden los valores universales ante los demás y procuran el bien común de forma desinteresada e incluso a costa de su propio sacrificio.


¿En qué consiste enseñar con el corazón?

Les respondo esta pregunta con una historia real.  

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Hace algunos días, hablé con un exalumno y me dijo que era uno de los maestros más aplicados que había conocido en su trayecto académico.

Que la experiencia que el vio en mi en el manejo de la materia que impartía, inspiró a varios de sus compañeros a seguir mis pasos y a continuar aprendiendo aún más sobre lo visto en la escuela.

Me comentó que en su caso no se consideró un buen alumno en su etapa de estudiante; pero tiene presente que un día le dije que su inteligencia se encontraba en el deporte y es que recuerdo que jugaba futbol muy bien y su característica relevante es que tenía una gran velocidad.

Me manifestó que me recuerda con mucho aprecio porque fui el único que tuvo confianza en su capacidad deportiva y que el necesitaba en ese tiempo de alguien que confiará en él.

Me expresó que promoví el deporte en la comunidad y que aparte era un maestro ejemplar; ya que me quedaba toda la semana en la colonia y casi todas las tardes nos reuníamos con los alumnos y jóvenes del pueblo para jugar futbol en la cancha pública.

Concluyó la conversación diciéndome que a pesar que fui su maestro; me considera como un padre o un hermano, ya que lo aconsejé bien y que ahora se encuentra trabajando en los Estados Unidos donde vive feliz y practica el basquetbol, deporte que le apasiona.


Todo este diálogo tiene un antecedente...

En el año 2015 Rafael era mi alumno de cuarto semestre en una comunidad de Chiapas de entorno difícil peculiaridad de este estado de la República Mexicana; un día el plantel fue invitado a unos eventos deportivos y Rafa fue inscrito en la prueba de los 1500 metros planos por su velocidad y resistencia; aunque la verdad, nadie tenía fe en su buen desempeño.


En una junta de consejo fui elegido como el profesor que lo acompañaría en la competición; al llegar el día todo el escenario era desfavorable; las otras escuelas tenían maestros de educación física que los entrenaban, su ropa era adecuada para el atletismo y sus zapatos parecían especiales para esta práctica.


Mientras tanto, Rafa llevaba un short, una playera de un equipo de futbol y unos tenis parecidos a los de basquetbol. 


Previo al inicio de la carrera lo motivé, le dije que creía en él; en su capacidad deportiva, que su virtud era la velocidad y, por último, trazamos una estrategia, debía permanecer en el pelotón puntero tres vueltas de las tres vueltas y tres cuartos pactadas para la carrera; para finalmente darlo todo en los últimos trescientos metros de la competencia.


Durante la carrera lo empecé a alentar gritando "¡vamos tú puedes!, ¡ánimo! ya falta poco", coreando fuertemente su nombre y recordándole la estrategia que seguiríamos en el transcurso de la carrera y todo funcionó; Rafael terminó ganando la carrera de los 1500 metros y la felicidad de ambos fue inmensa e indescriptible, nadie lo podía creer.


Este suceso fue el que marcó la vida de Rafael, me expuso en una conversación de WhatsApp que recuerda todo lo que le dije en esa conmemoración deportiva; porque en ese momento todas las personas lo desalentaban y le decían que nunca llegaría a ningún lado en el deporte; por lo que debía abandonar esa idea y que el único que creyó siempre en él fui yo, su maestro.  


Derivado de este relato, podemos concluir que existen dos tipos de maestros; aquellos que educan por trabajo y otros que tienen vocación natural para enseñar. Se necesita un enfoque educativo más humanista y menos academicista; para establecer una educación inclusiva, instaurar la cultura de paz, desarrollar una convivencia sana y de cooperación entre los sujetos.


Hoy, agradezco las palabras de mi alumno, porque todo el esfuerzo sirvió para impulsar la mejora de una vida; considero que una fracción todavía minoritaria del magisterio se identifica con estas acciones, los que las realizan, se quedan en el anonimato, no son reconocidos y regularmente son incomprendidos; aunque ha pasado algo de tiempo de este suceso; lo considero como trascendental en mi formación docente y, sin querer, me regaló el título de este artículo que hoy les comparto; debido a que la conversación concluyó con esta frase: 


Usted es un excelente profesor; porque tiene algo que lo hace diferente a los demás; usted, enseña con el corazón.


Te invito a ver el VIDEO del artículo en el siguiente link:

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Ahora que conoces más sobre cómo enseñar con el corazón; te invito a adaptar estos conceptos a tu práctica docente.


¡Saludos y éxito! 🚀​

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