Más burócratas y menos educación es un lema que encaja y orienta la política educativa desde el origen de las instituciones gubernamentales que controlan la enseñanza. Centralizar o descentralizar la educación es un debate que ha estado en boga a lo largo de la historia de la administración pública. No obstante, los ministerios de educación han mantenido la rectoría del orden educativo general.
El sistema electoral de la mayoría de los países del mundo; consiste en postular a candidatos para que realicen campañas y, de esta forma, ganarse la simpatía popular; estos aspirantes conforman grupos de apoyo en todos los ámbitos, para promocionarse durante la contienda.
Cuando finalmente estos participantes ganan un puesto de elección por votación; lleva detrás a la gente que lo apoyó y les asignan puestos por parentesco, amistad, agradecimiento, contribución, recomendación, etc., sin embargo, estos colaboradores ocupan espacios en las distintas dependencias como mandos medios y altos; aunque no tengan un perfil idóneo, compromiso social, identidad personal y ética en el servicio a la comunidad. Todo lo anterior, trae consecuencias más adelante en el ejercicio del servicio público; ya que estas personas actúan de manera egocéntrica, despótica y omisa.
La administración educativa no está exenta de este modo de organización institucional, oficinas repletas de funcionarios, exceso de mesas técnicas que no aportan nada novedoso, órganos administrativos inoficiosos, autoridades educativas y escolares sin responsabilidad profesional; a pesar de ello, estas estructuras ejercen el presupuesto educativo y sus nóminas tienen un costo elevado.
Estos círculos de poder mantienen un confort fuera de la realidad común; aparte de los beneficios salariales, tienen acceso a formaciones, apoyos y estudios de postgrado por su condición de trabajo y tiempo; por lo que su preferencia laboral se ha convertido en tendencia a vegetar en estos lugares.
El maestro se consagra en la experiencia escolar y no por los títulos que acumula.
Encontramos a la par una burocracia sindical que es convenenciera y se confabula fácilmente con la parte oficial; tienen la intención de permanecer comisionados y fomentan el porrismo dentro del gremio; con la intención de favorecerse y beneficiar al mando gubernamental. Poseen una estructura adicional y reciben dádivas por su obediencia política.
En contraparte, maestros y alumnos viven a diario un contexto escolar de escasez; debido a la mala distribución de los recursos; aunado a la exagerada burocracia y el conformismo del régimen de gobierno.
Cada sexenio es habitual que se efectúen reformas educativas; con la finalidad de mejorar la calidad de la educación que se imparte a niños y jóvenes; aunque se tenga la voluntad de renovar la enseñanza, esta no termina de profundizar por causa de la fragmentación en los organismos y peldaños del poder.
Este aparato gubernamental ha señalado desde siempre que el principal problema del atraso educativo tiene origen en la precaria formación del maestro; aun cuando esto tenga algo de veracidad, el profesor es el único que se enfrenta a las inclemencias junto con los estudiantes de la insuficiencia de recursos e infraestructura en las escuelas por mencionar algunas.
El organigrama de funcionarios educativos es basto y todos tienen el propósito de vigilar y exigir un conjunto de tareas, formatos y trámites administrativos a los educadores; con el fin de justificar el trabajo del empleado público.
Diversos especialistas hacen énfasis en que la diferencia que prevalece hoy entre los países que tienen un nivel educativo de excelencia y los que no, reside en la confianza que se otorga al profesorado; mientras en los países en vías de desarrollo se controla al maestro por medio de un cúmulo de directivos, en las naciones de primer mundo es el mismo profesor quien se autoevalúa, recibe asesoría de otros pares especializados y obtiene reconocimiento por sus méritos obtenidos sin prejuicios de la autoridad.
Es indispensable en la educación moderna, establecer un equilibrio entre la moral normativa escolar y la práctica pedagógica; esto se traduce en instituciones educativas con menos burócratas y más educación.
Las fracciones minoritarias que representan al gobierno dentro de la educación, ordenan a los sectores mayoritarios en contra de su voluntad; esta práctica tradicional de poder, funciona con falsedad y hostigamiento al profesor.
Estas autoridades educativas privilegian el interés propio a costa de los bienes públicos; son egoístas e inconscientes en su proceder. Este engreimiento corporativo es complicado de transformar porque cambian los funcionarios, pero no las estructuras obsoletas de empleados que pasan de un régimen a otro.
Resulta incomparable la brecha que existe entre el salario y condiciones laborales del burócrata educativo y el docente; entretanto el profesor es sometido a una serie de exigencias, evaluaciones, perfiles, parámetros, indicadores y reglamentos para ganar más; los funcionarios gozan de comodidad, respaldo, autoridad y salario de privilegio.
Los profesores llegan a los rincones más apartados del país y su intervención educativa forma a niños y jóvenes; con el objetivo del progreso de su condición de vida; actualmente se está en deuda con ellos.
Es trascendental cambiar el rumbo de la educación, pero es obvio que tendrá que empezar por un nuevo orden institucional que valide, reconozca y empodere al maestro.
Ahora que conoces más sobre el sistema burocrático educativo; te invito a adaptar estos conceptos a tu práctica docente.
¡Saludos y éxito! 🚀
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